Palacio de Rojas
Historia
Nuestra historia
Su entrada principal corresponde al n.º10 de la calle Quart ,fácilmente apreciable por ser la puerta de mayor tamaño. Las otras dos entradas por el n.º8 y n.º12, más pequeñas, son idénticas.
La casa fue adquirida por D. Cristóbal Almela Ferrer, quién casó con Dña. Dolores Rojas Galiano, hija menor del Conde de Casa Rojas.
A la vivienda principal se accedía, como dijimos, por el portalón mayor, donde estaba el zaguán, de forma rectangular, con pavimento de loseta y zócalo en mármol. A mitad de este, una cancela de madera acristalada cerraba el paso hacia la zona de cocheras y caballerizas. En ellas había siempre caballos, dada la gran afición que tenía don Cristóbal. Sobre los pesebres podían verse dos rótulos con los nombres de sus favoritos ‘’Galán’’ y ‘’Noble’’. Al fondo de esta segunda parte del zaguán aparecía una puerta de hierro forjado formando artísticos dibujos, y tras ella el frondoso jardín, con un pequeño estanque y una gruta en la que correteaban peces de colores. Una pequeña cascada dejaba oír su ruidosa armonía, entre mezclada con el canto de los pájaros, creando un remanso de paz en medio del bullicioso barrio.
La escalera principal estaba situada, nada más entrar, a mano derecha y antes de atravesar la cancela a la que nos hemos referido. Con escalones de mármol blanco, pasamanos de madera y barrotes de hierro forjado, conducía hasta una puerta centrada en el paramento y a través de ella al hall, por el que se accedía al “piso de cristal”, llamado así por ser todo su pavimento de este material, en color verdoso y opaco. Sobre esta dependencia hubo una claraboya a través de la cual y del piso de cristal, recibía luz el patio en la parte recayente a las caballerizas.
Desde ésta última habitación se entraba en un amplio salón cuyo pavimento presentaba abundantes motivos florales, y los techos lucían pinturas al fresco representando alegorías. Un mirador curvado permitía la vista total del jardín a la vez que daba gran claridad a la estancia. Y por las noches la enorme araña de cristal de roca que pendía en el centro, creaba en ese salón un ambiente solemne y acogedor.
A ambos lados, dos puertas simétricas daban paso –a mano izquierda- al oratorio, con capacidad para doce personas. A mano derecha estaba el comedor, con dos amplios balcones al jardín, techo de viguería de madera y pavimento de reluciente mármol blanco. Todas estas dependencias recaían a la parte posterior de la casa. A la fachada principal, con vistas a la calle de Quart, lindaban tres grandes salones igualmente con pavimento de mármol blanco. Uno de ellos tenía mobiliario isabelino y algunos toques de origen oriental, por haber sido Virrey de Filipinas un integrante de esta familia, quien aportó algunos detalles de aquellas lejanas islas a la decoración de la casa.
Todo lo anterior constituye ya un recuerdo porque el edificio fue totalmente reformado y habilitado para vivienda, conservándose únicamente la fachada principal.
Y para concluir nos referiremos brevemente a los Díez de Rivera. Además de los ilustres personajes citados añadiremos que, son oriundos de la provincia de León, vinculados a las nobles casas de los Rojas y Almunia, Real Maestranza de Caballería de Valencia, Y a la Soberana Orden Militar de Malta, a la que pertenece en la actualidad don Rafael Díez de Rivera y Almela.